Una experiencia personal que inspira a reflexionar sobre la educación, la empleabilidad y el futuro de nuestros jóvenes.
Un privilegio y un inicio emocionante
Hoy escribo desde San Sebastián, con el corazón lleno de emociones. He acompañado a mi hijo a dar un paso trascendental: iniciar sus estudios de Ingeniería Mecánica en una universidad de gran prestigio internacional.
Para nosotros como familia esto es un enorme privilegio. No ha sido un camino fácil; esta universidad tiene filtros muy exigentes de admisión, y ver a mi hijo superar esas pruebas me llena de orgullo. Pero más allá del orgullo, me llena de gratitud: qué fortuna poder estar aquí con él en este inicio.
Una universidad que conecta con el mundo laboral
El primer día de clases nos reunieron a los padres en la Facultad de Ingeniería y los profesores compartieron datos sobre lo que serán los próximos años de carrera de nuestros hijos: los fuertes días de estudio que tienen por delante, pero también el esfuerzo orientado a un muy buen desenlace.
Esta próxima información fue de gran impacto para todos los padres presentes: las empresas se disputan a los egresados de esta facultad, especialmente los de las carreras de Electrónica, Electricidad, Mecánica e Industrial. Las dos primeras, al tener menor número de matriculados, son aún más demandadas.
Nos contaron que el 98% de los egresados consigue empleo en menos de tres meses. ¡Impresionante número! Y no es por casualidad, esta es una institución que entiende que su éxito no se mide solo en diplomas entregados, sino en la empleabilidad de sus estudiantes.
El verdadero éxito de una universidad no está en la cantidad de títulos que entrega, sino en la empleabilidad de sus egresados.
Un choque de realidades
Mi hijo me confesó algo importante: aunque siempre fue brillante en matemáticas en República Dominicana, aquí en el País Vasco siente que está por debajo del nivel promedio.
ー Ma, este primer año es durísimo en matemáticas y física. Me dijo preocupado, pero bien resuelto. Yo asentí.
Y es que, conociendo y trabajando en el sistema educativo dominicano, sus palabras calaron en mi mente y su realidad me dejó una alerta clara: nuestro país necesita mejorar YA su enseñanza de matemáticas y ciencias.
Los datos lo confirman. Según la prueba PISA 2022, República Dominicana obtuvo un promedio de 339 puntos en matemáticas y 360 en ciencias, mientras que España alcanzó 473 en matemáticas y 485 en ciencias. Si miramos la región, países como Chile (412 y 444) y Uruguay (418 y 443) también nos superan ampliamente.
Esta brecha de más de 130 puntos en ciencias y casi 140 puntos en matemáticas representa una diferencia educativa enorme, equivalente a más de tres años de escolaridad, considerando que la OCDE estima que cada 40 puntos en PISA reflejan aproximadamente un año de aprendizaje.
Es decir, nuestros jóvenes dominicanos parten con una desventaja muy marcada en comparación con sus pares internacionales.
Globalización de la educación: un reto ineludible
El mundo en el que vivirán y competirán nuestros hijos es uno solo: globalizado, hiperconectado y altamente competitivo, donde el talento no se mide solo de manera local, sino frente a estándares globales.
Formar a nuestros estudiantes para este mundo requiere elevar nuestros niveles en matemáticas, ciencias y tecnología, fortalecer la formación docente y crear alianzas sólidas entre familia, escuela y sector productivo.
Tres reflexiones como madre
Hoy me quedo con tres aprendizajes que quiero compartir con otros padres:
- Acompañemos a nuestros hijos en sus decisiones de carrera. Escucharlos, apoyarlos y orientarlos es clave para que elijan un camino que los haga felices y que disfruten recorrer.
- Ayudémoslos a pensar en su futuro con responsabilidad. La pasión es importante, pero también lo es elegir una carrera con futuro en términos de empleabilidad, calidad del trabajo y pertinencia en un mundo en constante cambio.
- Formemos ciudadanos globales. No basta con que nuestros hijos sean buenos estudiantes en el contexto local; necesitan competencias que les permitan insertarse en un mundo cada vez más globalizado. Idiomas, pensamiento crítico, habilidades digitales y apertura cultural son herramientas tan importantes como los títulos académicos. Prepararlos para competir y colaborar en escenarios internacionales es parte de nuestra responsabilidad como padres y como país.
Cierro con gratitud
Hoy me siento orgullosa, tranquila y agradecida. Orgullosa por el esfuerzo de mi hijo, tranquila por saber que está en buenas manos, y agradecida de poder acompañarlo en este viaje.
Sé que hablo desde una posición privilegiada, y lo reconozco con profundo agradecimiento. No todas las familias tienen acceso a oportunidades como esta, y justamente por eso me nace la convicción de que debemos trabajar para que cada joven dominicano, sin importar su origen, pueda tener una educación de calidad que lo prepare para competir y brillar en el mundo.
Ojalá que, como padres, podamos dar a nuestros hijos las herramientas para que elijan bien. Y ojalá que, como país, nos planteemos con seriedad la globalización de la educación, porque solo así podremos asegurar que más jóvenes estén listos para aportar y transformar positivamente nuestra sociedad.
Por: Sharlyn Rodríguez – Directora Comercial y de Desarrollo IEET
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